martes, 26 de abril de 2016

El Pelotón como Unidad táctica elemental del Cuerpo de Seguridad y Asalto

Con el advenimiento de la II República, el Cuerpo de Seguridad, sufrió una profunda transformación para adecuarlo a las nuevas necesidades y exigencias especialmente derivadas de la problemática social reinante en España.

Atrás quedaba la estampa estereotipada del Guardia, cubierto con su casco de fieltro inglés y armado con su machete policial de punta roma que de nada servía ya para hacer frente con garantía a las cada vez más persistentes y radicalizadas algaradas callejeras.


Con la llegada de la II República el Cuerpo se estructuró en dos secciones, de un lado la de Servicios Locales y de otro la de Vanguardia y Asalto; con ellas, coexistiendo en perfecta simbiosis, se atendían la totalidad de las misiones asignadas reglamentariamente al Cuerpo.

Vehículo táctico de transporte de personal del C.S.A. 1933 (Museo Policial de La Coruña)

Las unidades de Servicios Locales, encargadas de apoyar a las Comisarías del Cuerpo de Vigilancia e Investigación y asumir los demás servicios de plaza, acogían en sus filas a la mayoría de los efectivos procedentes del Cuerpo de Seguridad de la época monárquica, mientras que las Secciones de Vanguardia y Asalto, de nueva creación, suponían una inyección de savia innovadora a la Institución, a través de la captación de magníficos Guardias procedentes de las filas del Ejército del que, en la mayoría de los casos, acababan de licenciarse. A esto hay que añadir la alta cualificación profesional de la oficialidad y jefes, procedentes todos ellos también del Ejército, que ya habían tenido la oportunidad de demostrar su valía profesional y su valor personal en la larga campaña de pacificación del Protectorado marroquí concluida en 1927.

Un ensayo anterior, la Sección de Gimnasia, creada en Madrid en 1930, siendo Director General de Seguridad el General Mola, había germinado y comenzaba a dar sus frutos; por ello, con la irrupción del Régimen republicano en el escenario nacional, se encargó al prestigioso Teniente Coronel Muñoz Grandes la organización, siguiendo la misma filosofía, de las nuevas Secciones de Vanguardia y Asalto que, andando el tiempo, llegarían a alcanzar tal importancia dentro del Cuerpo de Seguridad que este pasaría a añadir la expresión “y Asalto” en su denominación oficial. 

A partir de ese instante, la preocupación primordial de los mandos de estas Unidades fue su perfecta instrucción y el óptimo estado físico de sus integrantes, estableciendo planes para optimizar su preparación física y dictando normas tácticas para la intervención de sus unidades con motivo de huelgas, revueltas o motines; en tal sentido, en mayo de 1932, la Dirección General de Seguridad dicta “la instrucciones tácticas provisionales” para la actuación de estas fuerzas.

Si la creación de la Sección de Gimnasia había comenzado a revolucionar el concepto de mantenimiento y restablecimiento, en su caso, del orden público, con la utilización de defensas de caucho en sustitución del viejo machete policial que ya de por sí había contribuido a dulcificar la represión con el fin de mantener el orden, evitando el uso de armas que pudiesen producir graves e irreparables daños a los manifestantes y alborotadores; las Secciones de Vanguardia y Asalto, luego Compañías y Grupos de Asalto, dotadas con medios y armamento modernos, iban a servir para erradicar, en la medida de lo posible, la utilización de las armas de fuego como medio de disolución de manifestaciones y algaradas callejeras.

Cierto es que en los Grupos de Seguridad y Asalto se integraron las denominadas Compañías de Especialidades dotadas de armamento colectivo de tipo medio-ligero, morteros Valero de 50 mm.; ametralladoras Hoktchiss; fusiles ametralladores; etc. Sin embargo, las Compañías de fusileros de los Grupos, elemento básico para la lucha callejera, se dotaron, además de su armamento individual reglamentario (pistola y mosquetón), de de defensas de caucho - defensas de Asalto -, agresivos químicos, etc., que sin duda, pese a la necesaria agresividad y energía en la intervención, obviaban la necesidad del empleo de las armas de fuego salvo en un último recurso en que la fuerza fuese agredida con tales medios.

A estos medios innovadores, incluso en materia de transmisiones, hay que añadir, además de una casi completa motorización con camionetas con capacidad para 22 o 25 plazas para el transporte rápido de las fuerzas, los vehículos lanza-aguas y los blindados modelo “Bilbao” que facilitaron una buena cobertura a la hora de desplegar las Unidades de Asalto en escenarios de mayor hostilidad. Incluso, andando los años, se dotó a sus integrantes del casco de acero "modelo 38 Trubia", construido a partir de 1934, y que no llegó a ser distribuido en la totalidad del Cuerpo por el inicio de la guerra civil.

Guardias del C.S.A. provistos de máscaras antigás (Instituto de Estudios de la Policía)

La ambivalencia de estas Unidades del Cuerpo de Seguridad, capacitadas tanto para la enérgica represión de manifestaciones y tumultos callejeros, como para el enfrentamiento con grupos sediciosos armados, les valió como el mejor aval para ser empleadas tanto en el ámbito urbano como en el rural, allá donde las graves circunstancias así lo exigiesen. Prueba de la eficacia demostrada durante estos primeros años es la intervención en 1933 en los tristes sucesos de Casas Viejas (Cádiz) o en 1934 en las sangrientas operaciones en Asturias con motivo del golpe de Estado dado en aquella provincia contra el Gobierno de la República, así como en numerosos desordenes de los que fueron escenario las principales ciudades españolas y muy especialmente Madrid y Barcelona.

Desde un principio la orientación táctica de estas fuerzas se dirigió a su perfecta preparación para la conservación, mantenimiento y, en su caso, restablecimiento del orden público y su actuación frente a masas hostiles, reuniones o mítines no autorizados, desalojo de edificios, etc.; para ello se articularon unidades en las que primasen conceptos como la rapidez, la movilidad y la flexibilidad, capacitándolas para adaptarse a cualquier escenario. Para ello, se atendió a la captación de personal joven, robusto, con un tallaje determinado al que se le instruyó tanto física como tácticamente. 

Se estableció como unidad elemental de choque el Pelotón, integrado por un Sargento, dos Cabos, un Cabo interino y 21 Guardias que se dividía en tres Escuadras de siete hombres cada una al mando de un Cabo, salvo una de ellas que era mandada por el Cabo interino. Cada Pelotón disponía de una camioneta de 25 plazas para su transporte. En cuanto a su armamento, todo era individual, disponiendo la Escuadra del centro (la 2ª) de granadas lacrimógenas y de una pistola ametralladora con su munición de respeto correspondiente. Las armas de fuego eran empleadas muy rara vez en beneficio de las defensas convertidas en el medio más expeditivo con que contaban los Guardias para disolver cualquier algarada. 

A diferencia del Ejército en que el Pelotón actúa dentro de la Sección como un elemento inseparable, en el Cuerpo de Seguridad su intervención podía verificarse de forma aislada merced a su capacidad autónoma de movimiento y a su flexibilidad; en ocasiones, cuando las circunstancias así lo exigían, se colocaba a un Oficial al frente del Pelotón quedando el Sargento como segundo jefe.

Estas unidades eran sometidas a una intensa y diaria instrucción que comprendía las fases de orden cerrado; orden de aproximación y orden de encuentro; en igual medida su preparación física, incluso en las condiciones meteorológicas más adversas, era otra de las constantes de su diario entrenamiento.

En orden cerrado se seguían las normas tácticas vigentes para el Ejército referentes a formaciones en línea o en columna, alineadas y cubiertas; sin embargo también se tenía muy en cuenta la táctica especial del Cuerpo, y de manera muy concreta en lo referente a la instrucción con los vehículos de transporte, tanto para el embarque como para el desembarque de la fuerza. Esta maniobra, gracias a su rapidez y aprovechando el factor sorpresa, en ocasiones, era más que suficiente para disuadir de su actitud hostil a una masa concentrada en un punto.

La instrucción en las maniobras de embarque y desembarque de la fuerza exigían de una metódica preparación para verificarlas con la mayor celeridad y orden posible; para ello, cada uno de los integrantes del pelotón tenía conocimiento exacto del lugar que debería ocupar en el vehículo y del orden de acceso y bajada del mismo. De esta forma se disponía que la primera y segunda Escuadras embarcasen por el costado derecho, mientras que la tercera lo hacía por el izquierdo; en cuanto al desembarque, se efectuaba, con orden y rapidez, por el costado más próximo.

En el orden de aproximación, previo al choque, se observaban dos fases: una de distancia lejana en que la fuerza iba embarcada sobre los vehículos y otra próxima en la que ésta se encontraba ya pie a tierra aproximándose al objetivo. Esta última fase exigía, por su inminente proximidad con los revoltosos, la adopción de las necesarias precauciones y medidas de protección para evitar cualquier tipo de sorpresa; por ello, se destacaba un servicio de exploración o vanguardia que marchaba delante del grueso de la fuerza actuante, utilizando, en la noche, los potentes proyectores con los que iban dotados los vehículos de transporte para observar ventanas y azoteas en previsión que desde ellas fuese hostigada la fuerza actuante.

Por último, el orden de encuentro, fase final del operativo, exigía tener toda la fuerza pie a tierra adoptando la formación de tres en vanguardia. De esta forma la segunda Escuadra, situada en el centro, era la encargada de romper la marcha a la carrera como elemento sopresa, situándose en los flancos, derecho e izquierdo la primera y tercera Escuadras, quedando al final todo el Pelotón en fila.

En alguna ocasión se disponía que una de las Escuadras, la primera o la tercera, se constituyese en reserva quedando entonces en fila en retaguardia de las otras dos con el fin de apoyar, en un momento determinado, los puntos de mayor fricción.

Una vez en fila el Pelotón, adoptando cualquiera de las posiciones descritas, con o sin reserva constituida, se preparaba para la carga que finalmente se verificaba a la orden del Oficial o del Sargento jefe del mismo.

Vehículo táctico de transporte de personal del C.S.A. (colección particular)

Antes de iniciarse la carga, la fuerza, extraía sus defensas, sujetándolas con las dos manos y adoptando la posición de descanso. En esta posición se intimaba a los concentrados a que depusiesen su actitud y en caso negativo, trascurrido el plazo concedido, se ordenaba la carga. Esta maniobra pretendía la completa desorganización del grupo de revoltosos lo que en ocasiones exigía embarcar nuevamente a la fuerza en los vehículos para evitar que el grupo se reorganizase en otro punto.

Bajo pretexto alguno se permitía a los manifestantes acercarse a la fuerza siquiera para evacuar consultas, estando las conversaciones con los manifestantes rigurosamente prohibidas. La única opción viable era la de disolverse pacíficamente o soportar los rigores de la carga reglamentaria.

La carga se verificaba siempre a corta distancia del tumulto de concentrados para poner mayor énfasis en la carrera, dándole a esta y al choque subsiguiente la mayor virulencia al llegar la fuerza en un mejor estado físico. 

Durante esta última fase, los vehículos permanecían, debidamente protegidos, a vanguardia, retaguardia o en uno de los flancos según lo exigiesen las circunstancias.

A la conclusión de la carga el Pelotón se reagrupa nuevamente para iniciar sucesivas acciones caso de que los concentrados volviesen a reunirse en un escenario más o menos distante.

Generalmente, cuando se empleaba una unidad de entidad Pelotón para disolver una manifestación o concentración se utilizaban tan sólo dos de las tres Escuadras, quedando la tercera en reserva; estás dos Escuadras desplegaban en abanico para ocupar todo el ancho de la calle; aun en el caso de tener que perseguir a grupos aislados de concentrados nunca las Escuadras quedaban disgregadas, manteniendo siempre su estructura orgánica. 

Dependiendo de la composición y actitud de la masa a disolver se empleaban otras formaciones como la cuña y la cuña inversa.

El medio de transmisión de órdenes del mando más utilizado en estas Unidades era el silbato con el que habitualmente de difundían estas. Para ello se utilizaba como código una pitada corta que tenía el significado de punto y una larga de raya; de esta forma cinco puntos indicaba a formar; un punto y una raya embarcar en los vehículos; cuatro rayas romper filas; una raya y dos puntos desembarcar y cargar; punto, raya, punto significaba alto; una raya columna de uno; dos rayas columna de a dos; tres rayas columna de a tres; un punto en fila; dos puntos en dos filas y tres puntos en tres filas. A nivel Sección se empleaba también la corneta como elemento difusor de órdenes.

Para más adelante queda la táctica empleada por las Secciones, Compañías y Grupos.

BIBLIOGRAFIA

Enciclopedia Manual para el Cuerpo de Seguridad y Asalto. E. Muñoz Martín y J.A. Pérez Fernández. Madrid 1935. 
Revista "Policía Armada y de Tráfico". Varios números. 
Táctica General. F. Culmann. Madrid 1928. 
Cascos de Acero utilizados por la Policía Española. Mismo autor. 
El primer blindado policial. Mismo autor. 

José Eugenio Fernández Barallobre,
(artículo publicado en la Revista "Policía")

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