sábado, 15 de julio de 2017

1979. Muere el Policía Nacional Dionisio Rey Amez, gravemente herido en un atentado de ETA contra la estación de Atocha de Madrid

El 29 de julio de 1979 a las 13.15 horas, una bomba, colocada por un comando de ETA, explotaba en la oficina de facturación de coches-cama en la estación madrileña de Atocha, detrás de la caseta de información a los viajeros, en una cabina de consigna de equipajes, al igual que otras dos, colocadas por la siniestra organización terrorista separatista vasca en el aeropuerto de Barajas y en la estación de trenes de Chamartín. 


La explosión de la bomba de la estación de Atocha alcanzó de lleno al guardia civil Juan Luna Azol, al joven Jesús Emilio Pérez Palma, que falleció pocas horas después en la residencia sanitaria Primero de Octubre y a tres miembros de una misma familia: Guadalupe Redondo Vian, que falleció en el acto, su marido Dionisio Rey, Amez, Policía Nacional en situación de retirado, que ingresaría en estado crítico en la Ciudad Sanitaria Francisco Franco y la hija de ambos, Carmen Rey Redondo, que consiguió sobrevivir pese a la gravedad de sus heridas.

Aspecto de la Estación de Atocha tras el atentado

La bomba fue de efectos mortíferos, debido a la configuración de la consigna. Junto a ella se hallaba situada la oficina de facturación para coches cama, y en esa zona fue donde los terroristas dejaron la mortal maleta. El ruido fue ensordecedor, tremendo. Tras el humo. los departamentos de equipajes aparecieron destrozados por completo. Las personas que se hallaban en la sala de espera, cafetería y restaurante, y los empleados de dependencias no afectadas, se dieron cuenta que lo sucedido era gravísimo, colaborando en todo momento para auxiliar a los numerosos heridos, más de cuarenta que fueron trasladados a la Residencia Primero de Octubre, al Hospital de la Cruz Roja y a la Residencia Francisco Franco. 

Policía Dionisio Rey Amez

Un soldado natural de Aridosilla (Navarra), que debía incorporarse al CIR de Cádiz fue sorprendido en la cabina telefónica, y quedó aprisionado por la estructura metálica que se retorció con la onda expansiva. Los cristales reventaron y uno de ellos le afectó al pabellón auditivo, saliendo despedido y cayendo finalmente encima de una mujer y dos maletas.

Los atentados se produjeron mientras el Consejo de Ministros se encontraba reunido en la Moncloa para debatir el programa económico del Gobierno. El presidente Suárez y el ministro del Interior abandonaron la sala durante largo espacio de tiempo. A últimas horas de la noche del domingo se hizo público un comunicado en el que el Gobierno «expresaba su firme voluntad de hacer caer todo el peso de la ley sobre quienes desafiaban los propósitos de paz del pueblo español».

El Ministerio del Interior distribuía las fotografías de seis presuntos activistas de ETA (p-m), por cuya captura ofrecían recompensas que iban de los dos millones a las 500.000 pesetas. Se afirmaba en la nota que «su localización interesa especialmente en estos momentos», aunque no se les relaciona con los atentados de Madrid.

El 2 de agosto de 1979 fallecía en la residencia sanitaria Francisco Franco, Dionisio Rey Amez, cuatro días después de que estallase en la estación de Atocha la tercera bomba de una cadena de atentados indiscriminados que la banda terrorista ETA realizó en el aeropuerto de Barajas y las estaciones de tren de Chamartín y Atocha. Dionisio Rey Amez era Policía Nacional en situación de retiro. Natural de León, tras su fallecimiento fue trasladado a su tierra natal, donde, en la intimidad familiar, fue cristianamente sepultado.

Los atentados habían costado siete vidas humanas, más de cien heridos y unos veinticinco millones de pesetas en pérdidas, incluyendo muchas pertenencias que los viajeros habían guardado en las consignas próximas, al hacer explosión tres artefactos de relojería, con unos seis kilos de explosivo cada uno, situados en las consignas de equipajes de las estaciones madrileñas de tren de Chamartín y Atocha y en la zona de llegadas nacionales del aeropuerto de Barajas. A las víctimas mortales de la estación de Atocha se les añadieron José Manuel Amaya Pérez, de 30 años. Submarinista, fallecido en el atentado del Aeropuerto de Barajas; Dorothea Fertz, 20 años. Estudiante y turista alemana, fallecida en el atentado de la Estación de Chamartín y José Manuel Juan Boix. Estudiante, fallecido el día 18 de agosto tras permanecer en coma desde el día 31 de julio en que fue herido en la estación de Chamartín. José Manuel se había proclamado, unas semanas antes del atentado, campeón del mundo de campo a través formando parte del equipo español junior de la modalidad. 

La organización terrorista anunciaba que proseguirían los atentados en tanto permaneciesen en Soria presos vascos. En un alarde de cinismo intentó culpar a la policía y al Gobierno de UCD por haber paralizado —decía el comunicado— “intencionadamente” y con “finalidad de desprestigiar a ETA” el normal desarrollo de las operaciones de desalojo, provocando lo acontecido en Madrid. Aseguraba que ETA político militar, a las doce del mediodía, y a través de los mismos canales de ocasiones anteriores, había dado aviso de la-existencia de las bombas. 

A día de hoy los hechos no han sido juzgados. 

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió al Policía Nacional en situación de retirado Dionisio Rey la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.

Carlos Fernández Barallobre.

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