domingo, 25 de febrero de 2018

1983. Un comando de ETA asesina en Urnieta al Policía Nacional Pablo Sánchez César

A las 7:55 horas del viernes 16 de septiembre, el Policía Nacional Pablo Sánchez César, de 24 años de edad y natural de Badajoz, era asesinado en un atentado perpetrado por tres jóvenes, cuando se encontraba en el apeadero de la Renfe, en la localidad guipuzcoana de Urnieta. Los hechos se produjeron hacia las diez de la mañana. 

El policía Nacional, vestido de paisano, se encontraba en el apeadero de la estación esperando el tranvía para dirigirse, como todos los días, a su puesto de trabajo en el acuartelamiento de Aldapeta, de la capital donostiarra. Tres jóvenes, que actuaron a cara descubierta, se acercaron a Pablo Sánchez armados con subfusiles automáticos. El Policía Nacional se dio cuenta de la intención de los jóvenes y, en un acto reflejo, intentó protegerse en el interior del edificio de la estación. Los terroristas no le dieron tiempo; descargaron sus armas contra él, sin permitirle sacar su arma reglamentaria y repeler la agresión. Varias personas que se encontraban en ese momento en el apeadero esperando al tranvía fueron testigos del hecho y pudieron ver perfectamente a los tres miembros del comando y cómo se daban inmediatamente a la fuga en un taxi de color blanco, Seat 131, matrícula SS-7843-N, en el que les esperaba una cuarta persona. Como consecuencia de los disparos, el Policía Nacional resultó muerto en el acto. Varios impactos le alcanzaron en la cabeza. Sin embargo, un miembro del grupo se acercó a la víctima tendida en el suelo y lo remató de forma fría, sanguinaria y calculada. El cadáver, tendido en un charco de sangre, presentaba siete impactos en la cabeza y abdomen. 

Policía Pablo Sánchez Cesar

En el lugar de los hechos la policía recogió diez casquillos de 9 milímetros parabellum, munición SF 77, utilizada en varias ocasiones por ETA-Militar en sus atentados. A las once menos cuarto se llevó a cabo el levantamiento del cadáver, que fue trasladado al depósito del cementerio municipal de Polloe, en San Sebastián, donde le fue practicada la autopsia. A primeras horas de la tarde quedó instalada la capilla ardiente en el salón del trono del Gobierno Civil de Guipúzcoa. 

Tras el atentado se establecieron numerosos controles en la zona. Fuerzas de la Policía Nacional y Guardia Civil localizaban, poco después del atentado, el taxi utilizado por los agresores, en la carretera que une Urnieta con Lasarte. El propietario, el taxista Manuel Garayar Otegui, se encontraba en el interior del portamaletas, donde permaneció encerrado mientras se desarrollaba el asesinato. Al parecer, el vehículo había sido robado a punta de pistola a primeras horas de la mañana, no lejos del lugar del atentado. El taxista relataría posteriormente a la Policía que, cuando estaba en la parada, se le acercaron dos individuos que le dijeron en euskera: "Somos de ETA, entra en el coche o te liquidamos". 

El ministro del Interior, José Barrionuevo junto al lehendakari del Gobierno vasco, Carlos Garaicoechea, y el presidente de la Junta de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidian en la noche del mismo día del atentado, el funeral por el alma de Pablo, que se celebró en Urnieta. La ceremonia religiosa se inició con un retraso considerable porque se tuvo que esperar a que los padres del policía llegasen desde Badajoz. Terminada la Misa, la unidad de Música del Gobierno Militar de San Sebastián, interpretó La Muerte no es el Final y el toque de oración y dos compañías de la Policía Nacional, formadas al efecto, entonaron el Himno del Cuerpo. 

Finalizado el acto Garaicoechea y Barrionuevo se trasladaron al apeadero de Urnieta, el lugar del atentado, donde el Teniente Coronel de la Policía Nacional en San Sebastián les dio explicaciones sobre el brutal asesinato. Allí, el lendakari manifestó que el asesinato del policía nacional era igual de brutal que todos los demás. "Como lehendakari de este pueblo”, dijo Garaicoechea, “quiero expresar una vez más mi dolor y repugnancia, sentimientos que he sentido siempre y que transmito en nombre de mi pueblo al presidente de la Junta de Extremadura". 

Salida del féretro del Policía Sánchez Cesar

El sábado 17 de septiembre más de dos mil personas asistieron en Hoyos (Cáceres), localidad natal de la esposa de Pablo, a un segundo funeral y al entierro del agente asesinado. El cadáver había sido trasladado en avión militar desde San Sebastián hasta la base aérea de Talavera la Real y desde allí, por carretera, hasta Hoyos, donde fue recibido por la corporación municipal en pleno y miembros de la Guardia Civil. 

Prácticamente todo el pueblo desfiló por la capilla ardiente, instalada en el Ayuntamiento. En el funeral, oficiado por el cura párroco de la localidad, estuvieron presentes el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra; el gobernador civil de Cáceres, Gobernador Militar, autoridades locales y militares, además de policías Nacionales y guardias civiles desplazados desde Cáceres, Badajoz, Salamanca y Valladolid. 

La esposa, padres y ocho hermanos del policía asesinado se negaron a hacer declaraciones, dejando como portavoz a la alcaldesa de Hoyos, Asunción Merino, que transmitió esta frase de los familiares: "Por favor, que se arregle esta situación. Ya está bien que cada día caiga un hombre por la defensa de la Patria". 

Pablo Sánchez César, era natural de Badajoz tenía 24 años, estaba casado con Amalia García Mora y tenía una hija de un año. Se encontraba destinado en el acuartelamiento de Aldapeta desde 1980 y residía en Urnieta con su familia y sus suegros. Amalia y su hija fijaron su residencia en Hoyos tras el asesinato de Pablo. 

En 1986 la Audiencia Nacional condenó a Jesús María Zabarte Arregui, “el carnicero de Mondragón” y a José Antonio Pagola Cortajarena, miembros del grupo Donosti de ETA, a sendas penas de 29 años de reclusión mayor por un delito de atentado con resultado de muerte del Policía Nacional Pablo Sánchez César. Pagola Cortajarena sería excarcelado en 2003 tras cumplir 19 años de cárcel y el carnicero de Mondragón anda en la actualidad por la calle pavoneándose con 17 asesinatos a sus miserables espaldas, sin pedir perdón y no arrepentirse de nada. Condenado a 615 años y al no aplicársele la doctrina Parot, salió de prisión en 2015 al cumplir setenta años. 

El 16 de marzo de 2001 el Consejo de Ministros concedió a Pablo Sánchez César, a título póstumo, la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo. 

Carlos Fernández Barallobre. 

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